Associació Salut i Agroecologia (ASiA)
Toda la población está expuesta a los contaminantes hormonales o disruptores endocrinos. Pero el embarazo y la infancia son los momentos más vulnerables a estos tóxicos ya que las hormonas juegan un papel fundamental en los cambios que se producen en los niños y niñas.
Para un correcto desarrollo, es necesario que las hormonas se produzcan en el momento adecuado y en la cantidad adecuada. Cualquier variación en estos parámetros puede generar un daño irreversible en el recién nacido: autismo, hiperactividad, malformaciones, obesidad, diabetes y cánceres en órganos relacionados con las hormonas son algunos de los daños que las investigaciones relacionan con este tipo de contaminación química:
Ecologistas en Accióntraduce el vídeo de Women in Europe for a Common Future (Mujeres Europeas por un Futuro Común). Este vídeo permite reducir la exposición a los contaminantes hormonales de forma muy sencilla, con 5 valiosos consejos, que son…
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Reportaje del Escarabajo verde sobre el glifosato
Associació Salut i Agroecologia (ASiA)
“El matón de las hierbas” Así titulan en el programa “El escarabajo verde” su reportaje dedicado al glifosato y que emitieron el pasado día 10 de junio.
Haz click en la imagen para ver el reportaje
El reportaje trata del uso actual de este herbicida, catalogado como “probable cancerígeno” por la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer entrevistando tanto a defensores de su comercialización como a científicos, activistas y personas con sensibilidad química, que se oponen a ella.
El próximo día 23 de junio se realizará la votación en Comité de Apelación sobre la continuidad del glifosato en Europa. En esta ocasión (en la cuarta votación ya) los representantes de los Estados miembro decidirán si los herbicidas con base de glifosato (como el famoso RoundUp) continúan en Europa por 18 meses más. Por lo menos hasta que la Agencia de Sustancias y Mezclas Químicas (ECHA) determine si se trata…
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Taller Aprofitament d’aliments a Alella
Mercat de 2es oportunitats a Alella
Mercat d’intercanvi a Masnou
1r Mercat de la Terra a Alella
No puedo permitirme vestir sostenible

Mercat de la Terra a Barcelona
Compra responsable: algo más que llenar un carro

Buen artículo sobre compra responsable.
La transición alimentaria que hemos vivido en España ha empujado a las familias a que cada vez destinemos menos tiempo a todos los procesos relacionados con la comida.
La disponibilidad de productos, el aumento del poder adquisitivo medio (hasta la entrada de la crisis) y el cambio en la rutina laboral y social, ha hecho que eventos como la compra, la preparación e incluso el cultivo de los alimentos estén alejados de la realidad del núcleo familiar.
El cambio se ha producido de una sociedad creada en torno a un modelo con la comida como centro de atención (a la hora de establecer horarios laborales, los vínculos familiares o incluso el propio empleo) a una situación donde el único contacto con esta línea de distribución se limita a llenar un carro, una cesta o unas bolsas de la compra.
Al ser la alimentación una necesidad básica, estamos “condenados” a…
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Al supermercado con un carro de combate
Artículo de eldiario.es, puedes ver el original pinchando aquí.
Lo supo ver Carlos Marx hace un siglo y medio y lo llamófetichismo de la mercancía. Decía que, en el capitalismo, las mercancías aparecen envueltas en misterio, como si surgieran de la nada por arte del mercado, pero que, pordetrás de cada mercancía, existen relaciones sociales, lazos personales, por invisibles que sean que, en tiempos de la globalización capitalista, unen a personas a un extremo y otro del globo. Eso es, precisamente, lo que nos hace cómplices de las consecuencias sociales, ambientales y culturales de cada fase de la cadena de producción de las mercancías que compramos.
Lo que hoy está en juego es una revolución cultural: la batalla contra el capitalismo comienza por cuestionar ese estilo de vida que nos impone la publicidad. Porque la publicidad no nos vende sólo un producto, nos vende un estilo de vida, y nos hace creer que los demás nos valorarán por lo que tenemos y no por lo que somos; que debemos responder a un determinado canon de belleza, por imposible que sea; que son sanos alimentos que no lo son y que está bien que se los demos a nuestros hijos; que un día de tristeza se arregla visitando un centro comercial o que el malestar físico o emocional se resuelve con una pastilla y no con un estilo de vida más saludable. El problema no es técnico, es político. Es esa creencia que nos inculca el capitalismo de que el egoísmo -como la ambición- es una virtud, pues una mano invisible convertirá ese egoísmo individual en bienestar colectivo.
Por eso el consumo puede convertirse en un acto político. Debemos ser conscientes de lo que representa el consumo y dejar de ver una mercancía como un fetiche.Es preciso entender que, ese vestido que compré a un precio irrisorio, fue cosido por una trabajadora en Camboya o Bangladesh en condiciones de explotación análogas a la esclavitud, o que el smartphone que no necesito y que la industria me impele a comprar -obsolescencia programada o percibida – está manchado de la sangre de las guerras del coltán. El consumo crítico y responsable nos conciencia y también nos mueve a la acción. Nos ayuda a entender que hay otras opciones, quepodemos vivir mejor con menos y que existen alternativas que estamos ayudando a construir con nuestros gestos cotidianos, por ejemplo, comprando en una cooperativa, intercambiando en un banco de tiempo, pasándonos a la banca ética o promoviendo el consumo colaborativo. En definitiva, se trata de entender que no todas las necesidades humanas deben resolverse comprando objetos materiales y acumulándolos como propiedad exclusiva.
En muchos casos, no se trata de inventar innovadoras soluciones tecnológicas, sino de volver a lo que ya sabíamos hacer bien; recuperar formas de resolver las necesidades humanas que no pasan por comprar y acumular cosas materiales, sino por compartir, por estimular la imaginación, por entender que son muchas las necesidades humanas que no se resuelven con cosas, sino con vivencias, con afectos, con creatividad. Y comprender que los seres humanos no pueden ser felices en una sociedad que promueve la competencia por encima de la cooperación y la solidaridad.